Sergio Menasché conoce el arte del fileteado como la palma de su mano e indudablemente es un talentoso trabajor en su oficio. Desarrolla sorprendentes imágenes en las que el realismo mimético coexiste con el ingenio de la fantasía. Y es precisamente en su mundo fileteado donde el acanto espiralado soporta sin problemas al carro que el lechero bonaerense dejó solo para llevar a cabo su reparto.
De su tarea nos informa el texto en esgróstica que acompaña tanto al carro como al filete: "Con el candil apagado no hay negra que sea fea." Pero, ¿a quién pertenece tamaña sabiduría sino al mismísimo lechero? Porque sabido es que en el filete porteño por regla general es el dueño del vehículo quien le proporciona el lema al artista. Curiosamente, en la sugestiva obra de Menasché reina la claridad. Con el candil seguramente ya apagado en 2007 (que es cuando se pintó este trabajo) y hoy a plena luz matinal, uno no puede dejar de preguntarse: ¿qué pinta tendría ahora la negra en cuestión?
Mientras que la pinta de la negra no puede ser sino asunto de especulación (y acaso acalorado debate), muy distinto es el caso de don Timoteo Gordillo, a quien en 2010 retrató Menasché en apaisada pintura mural y con todas las de la ley. Se trata de una composición simétrica, presidida por un retrato oval flanqueado por paisajes rurales y custodiado por heráldicos seres fantásticos. El retratado nos observa y nosotros observamos a sus custodios, cuyos orígenes se remontan al Estilo Fantasía de la Antigüedad. Fue entonces que críticos de la talla de un Horacio o de un Vitruvio criticaron a los plásticos de su época por abandonar las imágenes que reflejaban el mundo real para dedicarse con esmero a pintar seres fabricados por los caprichos de su propia imaginación. Según Horacio imprudente era el cruzar serpientes con aves (Ars Poetica). Según Vitruvio, los bicharracos en cuestión simplemente no eran, no serían ni jamás habrían sido (De Architectura). Pero, por supuesto, los pintores no se inhibieron por tales comentarios e hicieron lo que que se les dió la reverendísima gana. Empezando por Fabullus que fileteó sin asco la Domus Aurea de Nerón, llenándola de insuperables caprichos y hasta Menasché que le sigue dando duro al filete hasta el día de hoy, ahora sí, ya bien entrados nos en el XXI. Y, reconózcanselos, pues son los suyos extraordinarios bicharracos.
Porque, a decir verdad, los guardianes del retrato de Gordillo podrían bien descender de la Quimera de Arezzo,[1] ese fabuloso híbrido animal en el que se combinan partes de león, cabra y serpiente. Claro que Menasché parece haberles impuesto un aggiornamento un tanto drástico, posiblemente para adaptarlos a una Argentina hoy ya rumbo al Tricentenario. Así, el león quedó león pero con melena de acanto, la cabra se volvió caballito criollo, y la serpiente pasó a ser una rara mezcla de delfín trucho y distinguida mojarra riachuelense. No obstante, y pese a todo el suflé, reina la simetría, siendo también ella quien reaparece en Tangozando.
Sorprendente danza es la desplegada entre firuletes, cintas y pajaritos. Argentinísimo el asunto del tango. Y además como Dios manda: a calzón quitado. A calzón, a sombrero no. La cosa está fuerte. Bien empulpadita ella y él sabe como agarrala. Es Tangozando. Claro que también goza quien percibe el suculento bifacho central y la ensalada completa que los circunda. Una vez más la realidad viene acompañada de un marco de prestigiosa fantasía. En este sentido, Menasché descolla. No trata lo familiar vuelto inquietante sino que a lo inquietante lo torna él familiar. Tal idea se da particularmente en su serie de trabajos en pequeño formato de 2010: en ellos el pintor representa formas caprichosas y antinaturales en términos tradicionales.
Ornamentales y aludiendo a seres vivos de naturaleza extraordinaria, los firuletes de Menasché son articulados como interesantes juegos de curvas y contracurvas. Y una forma espiralada suele encontrar su complemento en otra, que es contra-espiralada. La imaginería del fileteador es en este caso orgánica y sugiere plantas y animales. Tal como sucede con las flores y los pajaritos, los cielos pintados por Menasché son de corte realista, indudablemente distinto del Estilo Fantasía que caracteriza a los sofisticados protagonistas de estas pequeñas obras. Se trata de figuras artificiales. Estilizadas, las figuras son desde el punto de vista de lo imaginario deliciosas fabricaciones artísticas. Pero, de ser consideradas como reales, se volverían inquietantes aberraciones genéticas.
Algunas de ellas son híbridas y sugieren de la cruza de reinos que en la Naturaleza permancen siempre estrictamente separados. Ello ocurre cuando, por ejemplo, una enrulada configuración vegetal adquiere por culminación el aspecto de un equino (Nos. 3, 7-8). Sogni dei pintori era la expresión empleada durante el Renacimiento italiano para referirse a los motivos híbridos que eran un poco juguetones y otro tanto desaforados. Por supuesto, es en este sentido en particular que el arte de Menasché recuerda al desarrollado por Rafael de Urbino y Giovanni da Udine en la Logias vaticanas. Memorables ambos, tanto por su originalidad como por su doble-filo. Hablamos entonces de un fascinate asunto grutesco,[2] asunto que entra dentro de los alcances de lo grotesco (entendido ahora como categoría estética).[3]
"Sacudile tu firulete" exige una imponente milonga ya desde 1958.[4] Con sus trabajos en pequeño formato, Menasché cumple este requisito al pie de la letra y en su quehacer, además, se destaca.
¿Quién fue el raro bicho que te ha dicho, che pebete, que pasó el tiempo del firulete? Con Menasché, el tiempo del firulete evidentemente es el de hoy y, de ser necesario dejar que el corazón hiciera lo suyo,[5] aclaremos entonces que, querendones, los criollitos arabescos de Menasché pertenecen a aquellos que suelen quedar bordados en el alma.[6]
Mariano Akerman
Notas
1. Ugo Bardi, The Chimaera of Arezzo (1997), revised 2002. Acerca de la sugestividad de esta "obra abierta, que sugiere una presencia exterior sin mostrarla de hecho," véase Raúl Gómez Rioja, Quimera de Arezzo, Arte-Historia (24.2.2011)
2. Se llama grutesco (del italiano grotta, gruta) al adorno caprichoso de bichos, sabandijas, quimeras y follajes, llamado así por imitar a aquellos que se encontraron en las grutas artificiales o ruinas de palacios de la antigua Roma. Los grutescos empleados desde el Renacimiento se hallan inspirados por los motivos de las pinturas descubiertas en grutas subterráneas de la Antigüedad, principalmente en la Domus Aurea de Nerón en Roma. El hallazgo de ese edificio con salas abovedadas (que habían permanecido sepultadas unos diez siglos) reveló complejos motivos murales que interesaron a pintores tales como Ghirlandaio y Rafael. El grutesco es un motivo decorativo a base de seres fantásticos, vegetales y animales, complejamente enlazados y combinados formando un todo. Giorgio Vasari explica en el siglo XVI que "los grutescos son una clase de pintura libre y divertida inventada en la Antigüedad para decorar los muros donde únicamente se podían situar formas suspendidas en el aire. En ellas, los artistas representaban deformidades monstruosas, hijas del capricho de la naturaleza o de la extravagante fantasía de los pintores: inventaban esas formas fuera de toda regla, colgaban de un hilo muy delgado un peso que jamás podría ser soportado, transformaban en hojas las patas de un caballo y las piernas de un hombre en patas de grulla, pintaban también gran cantidad de diabluras y extravagancias. El que tenía la imaginación más desbordante parecía ser el más capacitado. Después se introdujeron las reglas y se limitó la maravilla a los frisos y a los compartimentos a decorar" (Introducción técnica, capítulo 14; Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano, 1892).
3. Mariano Akerman, De la gruta a lo grotesco, Knol, 10.5.2009.
4. El firulete, letra original de Rodolfo Taboada y música de Mariano Mores. El tango ha sido interpretado por importantes cantores, pero la versión más famosa es la del uruguayo Julio Sosa, quien lo convirtió en un clásico. La letra de Taboada alude al lugar del tango frente a otras tendencias novedosas de la época, tales como el twist, que amenaza entonces con desplazar al tango de su lugar de hegemonía en la cultura rioplatense. Es por eso que en lo que a tango se refiere, El firulete es en esencia una milonga reivindicativa (Planet Tango, 2006; Zorzal Criollo, 2008).
5. Al preguntársele a Menasché cuál es su mensaje, el pintor responde: "Deja al corazón hacer su trabajo" (entrevista).
6. Tal como sucede con el trabajo de Elvio Gervasi, colega suyo que también desarrolla interesantísimas figuras mixtas.
Ilustraciones, por orden de aparición
1. Sergio Menasché, Con el candil apagado no hay negra que sea fea, filete porteño, 2006-7. Esmalte y acrílico sobre hardboard, 60 x 40 cm. Colección Alberto Malovrh
2. Menasché, Timoteo Gordillo, retrato con fileteado porteño, 2010. Mural, óleo y esmalte sintético sobre metal, 122 x 244 cm. Foro de la Memoria, Mataderos, Buenos Aires
3. Escultura etrusca, Quimera de Arezzo, bronce, 380-360 BCE. Museo Archeologico Nazionale, Florencia
4. Menasché, Tangozando, filete porteño, 2005. Óleo y esmalte sintético sobre hardboard, 30 x 40 cm. Colección privada, Chile
5. Menasché, Filetes porteños, 2010. Serie en pequeño formato. Acrílico y óleo sobre hardboard, cada unidad 13 x 9 cm. Colección privada, Buenos Aires
6. Ídem., lámina analítica por Mariano Akerman
7. Ídem.
Trabajos reproducidos en el Imaginarium con el consentimiento del pintor © Sergio Menasché, con galería en Artelista.
13 comments:
Mariano, lo de Menaschè es maravilloso. El volumen que otorga su fileteado es tangible. Me gusta esto de "a lo inquietante lo torna él familiar". Gracias por encontrar palabras para describir un sentir. LS
Delicious, divine, sparkling, accurate! I love you, Liber
Excelente investigación sobre el arte del fileteado. Nos parece muy bueno. Felicitaciones. Un beso, NCL.
Un grand merci pour ce cadeau tout joli. Cordialement, SK. Los Angeles, Etats Unis
Una preciosura el fileteado. Y muy bueno tu análisis.
Muy interesante. Gracias
Muy bueno Mariano :)
¡Esta publicación me gusta! El gran trabajo de investigación ha dado en el blanco. Tanto que, cuando terminé de leer, no pude evitar mirarme la palma de mi mano...
Nadie mejor que Mariano Akerman para definir al fileteado. Cada una de sus palabras provoca un viaje al pasado de otras regiones, a otras historias, a tal punto que el filete tradicional termina hermanáandose con todas las propuestas de la ornamentación.
Los primeros fileteadores argentinos no buscaban más que un lindo adorno [a ser delineado] en los costados del carruaje. Muchos de ellos sólo tenían tiempo para el trabajo y dejaban el estudio en manos de sus hijos; hoy sus hijos trabajamos en el estudio, en nuevas formas, en hermanar, como hermana Mariano Akerman al filete con los grotescos. Ya no se usan mas los carruajes tirados por caballos y que se puedan decorar, [mas hoy] hay artistas fileteadores trabajando en sus caballetes para gente de todo el mundo que fascinada por la forma, el color y ese aire a viejo que rodea al ornato [y que] provoca en el espectador la pregunta: ¿todavía se hace esto a mano? —Sí, todavia se hace a mano y se seguirá haciendo, porque mientras haya gente sensible, habrá un fileteador que le haga el aguante.
Un abrazo,
Sergio Menasché
Sergio Menasché: Gracias por lo tuyo.
Very interesting!
It is superb.
Brillante. Te quiero mucho, besos.
Excelentes trabajos.
Post a Comment