Publicado inicialmente en Facebook como ¿Por quién danza la arquitectura?, 13.12.2008
"El hablar acerca del arte es tan necesario como lo es la danza a la arquitectura" (Mariano Akerman).[1]
Al leer el artículo que cito a continuación, tener presente la arquitectura de Frank Gehry como cuerpo, sin olvidar su naturaleza e impacto.
Y, por su puesto, su inigualable Fred and Ginger Dancing House en Praga, 1994-96.[2]
"LO GROTESCO Y LA MODA FREAK,
por Alfredo Bryce Echenique (Lima)
El cuerpo humano, como ícono cultural omnipresente [...], despliega los límites del "yo" frente a "los otros cuerpos". Esos límites se dilatan, se encogen o se distorsionan, según los casos. Cada imagen de un cuerpo humano es evaluada [...] en relación con [...] presuntos modelos canónicos que se presentan como paradigmas de lo normal, sin olvidar que tanto la definición de lo que es normal como de lo que es patológico son, en gran parte, circunstanciales, derivadas del punto de vista de quien lo observa, sean "los otros" o sea el propio "yo encarnado" en ese cuerpo ante el espejo, así como de las condiciones en las que es observado.
[... Hoy] se ha impuesto [...] la cultura de la modificación del cuerpo humano, asumida como proyecto individual, en el que cada uno -dueño de su propio cuerpo- puede transgredir los límites de su carne hasta las últimas consecuencias. [...] [F]rente a los presuntos modelos canónicos del cuerpo, [...] se exhiben hoy con abundancia cuerpos que parecieran sobrepasar con creces sus límites o que los restringen hasta el punto mínimo permitido por la supervivencia, cuerpos superlativos en uno u otro sentido, cuerpos que pregonan agresivamente su ruptura con las presuntas normas, cuerpos distorsionados y desfigurados que se agrupan y pululan en un contexto cultural o subcultural propio: es la cultura de lo grotesco y, de modo concreto en la cultura norteamericana y sus aledaños culturales, lo freak, entendido este término de múltiples significaciones como lo que es esencialmente anormal e inusual.
La [...] cultura de lo grotesco -independientemente de sus viejas connotaciones en la historia del arte, ligadas a la desarmonía, la exageración, la contorsión y la ambivalencia entre lo cómico y lo horrible- se centra hoy alrededor del cuerpo anormal y extravagante [...].
El cuerpo grotesco es el cuerpo distorsionado y desfigurado de manera extraña e incluso fantástica, que no encaja, ni con mucho, dentro de los límites estéticos predominantes. Frente al cuerpo grotesco, el cuerpo del monstruo es no sólo anormal sino antinatural -mezcla que traspasa las especies- y horrible, aunque las fronteras entre ambos conceptos no siempre pueden ser bien definidas, sobre todo cuando con lo monstruoso se alude sólo a las dimensiones gigantescas.
El cuerpo grotesco, múltiple y cambiante en sus exageraciones, se revela claramente como tal cuando se establece una relación dialéctica con el cuerpo que sigue el orden clásico o canónico. La distorsión como fórmula de creación del grotesco corporal es paradigmática en la pintura de Francis Bacon, elaborada mediante la transgresión de la figura humana en el espacio -la cara distorsionada en su famoso autorretrato, atractiva y repulsiva al mismo tiempo-, aunque la instintiva violencia de la distorsión sobrepasa lo simplemente grotesco para expresarse dolorosamente como un medio de purgación y de trascendencia.
El semiólogo ruso Mikhail Bakhtin, en su clásica obra Rabelais y su mundo [1965], puso de manifiesto la fascinación por el cuerpo grotesco en el brillante análisis de sus características definitorias frente al cuerpo clásico o canónico. Para Bakhtin lo grotesco es esencialmente físico, asentado en "un concepto específico del cuerpo como totalidad y de los límites de su totalidad". Según el autor ruso, en la fiesta popular del carnaval, indulgente con toda clase de excesos físicos, este cuerpo grotesco mostraría todas sus potencialidades transgresivas.
Para el crítico ruso se requiere una serie de condiciones para que, en contraposición con el cuerpo grotesco, un cuerpo pudiera ser definido como canónico: a) cierre de todos los orificios; b) prohibición de todas las uniones del cuerpo con el mundo exterior; c) ocultación de todo los signos de vida intracorporal y de sus funciones; d) ignorancia de toda relación con la fecundación, la gestación y el alumbramiento, y e) presentación mediante la imagen de un cuerpo completo, impenetrable, racional e individual. Frente al carácter cerrado del cuerpo canónico, el cuerpo grotesco excede sus propios confines, se introduce en el territorio de lo físicamente anormal y, como representación semiológica que todo cuerpo es, pone el acento "en aquellas partes en las que el mundo penetra o que emergen hacia ese mundo y van a su encuentro": esto significa para Bakhtin que en el cuerpo grotesco el énfasis se coloca en los orificios -boca, sobre todo- y en las protuberancias o convexidades de su orografía, en las que tienen lugar las interacciones con "los otros cuerpos". El cuerpo grotesco, "con el relieve de sus montañas y abismos", al no cumplir las condiciones canónicas se convierte en un cuerpo que expresa una semiología ambivalente, simultáneamente risible y horrorosa, cómica y monstruosa. El cuerpo grotesco es un cuerpo nunca acabado, nunca completado, siempre en proceso de construcción.
En el siglo XIX los cuerpos grotescos que, contra su voluntad, estaban superlativamente fuera de la norma, por exceso o por defecto -gigantes, enanos, esqueletos vivos y obesos- eran exhibidos, convertidos en mercancías, en museos itinerantes y [...] circos.
Para muchos de los espectadores la autoestima perdida [...] se recuperaba o se aliviaba [...] contemplando la desdicha de aquellos [...] cuerpos grotescos. En nuestro tiempo, con la creciente tendencia a la modificación del cuerpo con el propósito de alcanzar una singularidad [...], el cuerpo grotesco o freak se construye continua y voluntariamente a sí mismo, en el contexto de una subcultura donde el cuerpo se considera como una masa de arcilla que puede ser moldeada una y otra vez, según los deseos de su propietario, quien sería también su escultor. La cultura occidental de nuestros días acepta [...] la ambigüedad de los límites del cuerpo, así como el carácter grotesco que puedan alcanzar las diferencias físicas transgresoras de las normas consideradas [...] como canónicas."[3]
Preguntas, por Mariano Akerman: El caso Frank Gehry, o sea, su arquitectura como cuerpo, con su peculiar naturaleza e inmediatez de impacto: ¿NO ES UNA VERDADERA CELEBRACIÓN DE LO GROTESCO Y LA MODA FREAK? - ¿SI?, ¿NO?, ¿POR QUÉ?
"El hablar acerca del arte es tan necesario como lo es la danza a la arquitectura" (Mariano Akerman).[1]
Al leer el artículo que cito a continuación, tener presente la arquitectura de Frank Gehry como cuerpo, sin olvidar su naturaleza e impacto.
Y, por su puesto, su inigualable Fred and Ginger Dancing House en Praga, 1994-96.[2]
"LO GROTESCO Y LA MODA FREAK,
por Alfredo Bryce Echenique (Lima)
El cuerpo humano, como ícono cultural omnipresente [...], despliega los límites del "yo" frente a "los otros cuerpos". Esos límites se dilatan, se encogen o se distorsionan, según los casos. Cada imagen de un cuerpo humano es evaluada [...] en relación con [...] presuntos modelos canónicos que se presentan como paradigmas de lo normal, sin olvidar que tanto la definición de lo que es normal como de lo que es patológico son, en gran parte, circunstanciales, derivadas del punto de vista de quien lo observa, sean "los otros" o sea el propio "yo encarnado" en ese cuerpo ante el espejo, así como de las condiciones en las que es observado.
[... Hoy] se ha impuesto [...] la cultura de la modificación del cuerpo humano, asumida como proyecto individual, en el que cada uno -dueño de su propio cuerpo- puede transgredir los límites de su carne hasta las últimas consecuencias. [...] [F]rente a los presuntos modelos canónicos del cuerpo, [...] se exhiben hoy con abundancia cuerpos que parecieran sobrepasar con creces sus límites o que los restringen hasta el punto mínimo permitido por la supervivencia, cuerpos superlativos en uno u otro sentido, cuerpos que pregonan agresivamente su ruptura con las presuntas normas, cuerpos distorsionados y desfigurados que se agrupan y pululan en un contexto cultural o subcultural propio: es la cultura de lo grotesco y, de modo concreto en la cultura norteamericana y sus aledaños culturales, lo freak, entendido este término de múltiples significaciones como lo que es esencialmente anormal e inusual.
La [...] cultura de lo grotesco -independientemente de sus viejas connotaciones en la historia del arte, ligadas a la desarmonía, la exageración, la contorsión y la ambivalencia entre lo cómico y lo horrible- se centra hoy alrededor del cuerpo anormal y extravagante [...].
El cuerpo grotesco es el cuerpo distorsionado y desfigurado de manera extraña e incluso fantástica, que no encaja, ni con mucho, dentro de los límites estéticos predominantes. Frente al cuerpo grotesco, el cuerpo del monstruo es no sólo anormal sino antinatural -mezcla que traspasa las especies- y horrible, aunque las fronteras entre ambos conceptos no siempre pueden ser bien definidas, sobre todo cuando con lo monstruoso se alude sólo a las dimensiones gigantescas.
El cuerpo grotesco, múltiple y cambiante en sus exageraciones, se revela claramente como tal cuando se establece una relación dialéctica con el cuerpo que sigue el orden clásico o canónico. La distorsión como fórmula de creación del grotesco corporal es paradigmática en la pintura de Francis Bacon, elaborada mediante la transgresión de la figura humana en el espacio -la cara distorsionada en su famoso autorretrato, atractiva y repulsiva al mismo tiempo-, aunque la instintiva violencia de la distorsión sobrepasa lo simplemente grotesco para expresarse dolorosamente como un medio de purgación y de trascendencia.
El semiólogo ruso Mikhail Bakhtin, en su clásica obra Rabelais y su mundo [1965], puso de manifiesto la fascinación por el cuerpo grotesco en el brillante análisis de sus características definitorias frente al cuerpo clásico o canónico. Para Bakhtin lo grotesco es esencialmente físico, asentado en "un concepto específico del cuerpo como totalidad y de los límites de su totalidad". Según el autor ruso, en la fiesta popular del carnaval, indulgente con toda clase de excesos físicos, este cuerpo grotesco mostraría todas sus potencialidades transgresivas.
Para el crítico ruso se requiere una serie de condiciones para que, en contraposición con el cuerpo grotesco, un cuerpo pudiera ser definido como canónico: a) cierre de todos los orificios; b) prohibición de todas las uniones del cuerpo con el mundo exterior; c) ocultación de todo los signos de vida intracorporal y de sus funciones; d) ignorancia de toda relación con la fecundación, la gestación y el alumbramiento, y e) presentación mediante la imagen de un cuerpo completo, impenetrable, racional e individual. Frente al carácter cerrado del cuerpo canónico, el cuerpo grotesco excede sus propios confines, se introduce en el territorio de lo físicamente anormal y, como representación semiológica que todo cuerpo es, pone el acento "en aquellas partes en las que el mundo penetra o que emergen hacia ese mundo y van a su encuentro": esto significa para Bakhtin que en el cuerpo grotesco el énfasis se coloca en los orificios -boca, sobre todo- y en las protuberancias o convexidades de su orografía, en las que tienen lugar las interacciones con "los otros cuerpos". El cuerpo grotesco, "con el relieve de sus montañas y abismos", al no cumplir las condiciones canónicas se convierte en un cuerpo que expresa una semiología ambivalente, simultáneamente risible y horrorosa, cómica y monstruosa. El cuerpo grotesco es un cuerpo nunca acabado, nunca completado, siempre en proceso de construcción.
En el siglo XIX los cuerpos grotescos que, contra su voluntad, estaban superlativamente fuera de la norma, por exceso o por defecto -gigantes, enanos, esqueletos vivos y obesos- eran exhibidos, convertidos en mercancías, en museos itinerantes y [...] circos.
Para muchos de los espectadores la autoestima perdida [...] se recuperaba o se aliviaba [...] contemplando la desdicha de aquellos [...] cuerpos grotescos. En nuestro tiempo, con la creciente tendencia a la modificación del cuerpo con el propósito de alcanzar una singularidad [...], el cuerpo grotesco o freak se construye continua y voluntariamente a sí mismo, en el contexto de una subcultura donde el cuerpo se considera como una masa de arcilla que puede ser moldeada una y otra vez, según los deseos de su propietario, quien sería también su escultor. La cultura occidental de nuestros días acepta [...] la ambigüedad de los límites del cuerpo, así como el carácter grotesco que puedan alcanzar las diferencias físicas transgresoras de las normas consideradas [...] como canónicas."[3]
Preguntas, por Mariano Akerman: El caso Frank Gehry, o sea, su arquitectura como cuerpo, con su peculiar naturaleza e inmediatez de impacto: ¿NO ES UNA VERDADERA CELEBRACIÓN DE LO GROTESCO Y LA MODA FREAK? - ¿SI?, ¿NO?, ¿POR QUÉ?
Notas
1. En referencia a la necesidad de explicar su propia obra, entrevista con Anwar Abbas, fines de junio de 2008; publicada como "Argentinean painter who is a dab hand with brush," The Post, Islamabad (Pakistán), 6 de Julio de 2008, sect. B-2: "To talk about art is as necessary as dancing is to architecture." Ref. http://www.thepost.com.pk/Arc_IsbNews.aspx?dtlid=170696&catid=17&date=07/06/2008&fcatid=14 y http://danka.pk/viewEvent.php?id=4228&PHPSESSID=ad64ee4466bb8998e565a12ab5e6c5b4
2. Cf. http://commons.wikimedia.org/wiki/Image:Prague_-_Dancing_House.jpg
3. Cita por Gustibus, http://www.flogup.com/gustibus/1327797 - Texto completo: Alfredo Bryce Echenique, "Lo grotesco y la moda freak: La búsqueda de la identidad personal o grupal ha llevado en la actualidad a la modificación del propio cuerpo hasta límites monstruosos", La Nación, Buenos Aires, 11 de julio de 2001, Suplemento Cultura, http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=215467